Afrontar la perdida de algún ser querido, siempre será difícil para nosotros. Muchas veces, nuestras emociones y sentimientos, nos nublan ante la falta del fallecido. Orar por nuestros difuntos, también es una manera de consuelo para nosotros y ellos.
Nos permite, llorar por nuestro ser querido,
para superar el duelo. Además, que intercedemos por el difunto ante Dios,
esperando que sean perdonados por sus fallas en vida.
“Grábame como un
sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo.
Fuerte es el
amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro.
Como llama divina
es el fuego ardiente del amor.” Cantares 8:6
A continuación, te presentamos algunas oraciones para los difuntos. A petición de ellos, su descanso y perdón. Las cuales, nos permitirán recordar con cariño a nuestro ser querido, esperando que descanse eternamente.
Es recomendable, orar por nuestros
difuntos durante el funeral, ya que pedimos por su descanso. Sin embargo,
también puedes orar por ellos, el día de todos los santos. O bien, conocido
como el día de muertos. De manera de conmemoración u homenaje, recordando con
afecto y cariño al difunto.
Oración para los difuntos
Oh, Dios, que concedes el perdón y quieres la salvación de los hombres: te rogamos que, por la intercesión de la Santísima Virgen María y de todos los santos, concedas la bienaventuranza a tu hijo, a quien llamaste de este mundo. No lo(a) abandones en manos del enemigo, ni te olvides de él/ella para siempre; sino recíbelo/a con tus santos ángeles y llévalo/a al cielo, su patria definitiva. Y porque creyó y esperó en ti, concédele para siempre las alegrías del cielo.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Oración para un
difunto
¡Oh Jesús, único consuelo en las horas eternas del dolor,
único consuelo sostén en el vacío inmenso que la muerte causa entre los seres
queridos!
Tú, Señor, a quién los cielos, la tierra y los hombres
vieron llorar en días tristísimos;
Tú, Señor, que has llorado a impulsos del más tierno de los
cariños sobre el sepulcro de un amigo predilecto;
Tú, ¡oh Jesús! que te compadeciste del luto de un hogar
deshecho y de corazones que en él gemían sin consuelo;
Tú, Padre amantísimo, compadécete también de nuestras
lágrimas.
Míralas, Señor, cómo sangre del alma dolorida, por la
pérdida de aquel que fue deudo queridísimo, amigo fiel, cristiano fervoroso.
¡Míralas, Señor, como tributo sentido que te ofrecemos por
su alma, para que la purifiques en tu sangre preciosísima y la lleves cuanto
antes al cielo, si aún no te goza en él!
¡Míralas, Señor, para que nos des fortaleza, paciencia,
conformidad con tu divino querer en esta tremenda prueba que tortura el alma!
¡Míralas, oh dulce, oh piadosísimo Jesús! y por ellas concédenos que los que aquí en la tierra hemos vivido atados con los fortísimos lazos de cariño. Y, ahora lloramos la ausencia momentánea del ser querido, nos reunamos de nuevo junto a ti en el Cielo, para vivir eternamente unidos en tu Corazón.
Amén.
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